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Tenemos un cerebro racional pero actuamos irracionalmente tantas veces justificándonos con "sabios" argumentos

  • 22 jul
  • 5 Min. de lectura

La Neurociencia ha avanzado mucho en las últimas décadas y viene en nuestra ayuda para aclarar esta importante cuestión.

Para entender por qué siendo seres racionales, disfrazamos lo irracional de nuestra conducta con explicaciones llenas de lógica, antes conviene saber que nuestro cerebro (encéfalo) es la superposición evolutiva de 3 cerebros:


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1)- cerebro instintivo (reptiliano): un cerebro primitivo similar al de los reptiles y otros animales primitivos, encargado de las funciones básicas de supervivencia y respuestas automáticas (respiración, latidos cardiacos, digestión). El tamaño de este cerebro es del 5% de la masa encefálica y se encuentra en la parte de la nuca (incluye el tallo raquídeo, el cerebelo y el sistema reticular).

2)- cerebro emocional (límbico): Es el cerebro de los mamíferos, responsable de las emociones y los instintos centro de la emotividad. La información sensorial del exterior es procesada dándole un matiz emocional agradable o desagradable. Este cerebro ocupa solo el 10% de la masa encefálica y se ubica en el centro del encéfalo.

3)- cerebro racional (corteza): similar al de los mamíferos superiores (primates). Se compone de dos estructuras conectadas a través de fibras nerviosas: el Hemisferio Derecho y el Hemisferio Izquierdo. El tamaño de este cerebro es del 85% de la masa encefálica.


La Neurociencia ha confirmado la existencia de una memoria episódica y emocional ubicada, no en el cerebro racional, sino en el cerebro emocional o límbico, y por lo tanto, en una parte no racional o inconsciente de nuestro encéfalo. Dicho sea de paso, esto confirma el postulado del psiquiatra suizo Sigmund Freud a inicios del siglo XX que afirmaba la existencia de una parte de nuestra mente que es inconsciente y aloja recuerdos de nuestras experiencias primeras en los comienzos de nuestra vida, que no impactan, y que quedan registrados en la memoria del cerebro emocional, pues el cerebro racional en esa primera etapa de nuestra infancia aún no se ha desarrollado suficientemente.

Esta memoria episódica y emocional del cerebro emocional involucra la actuación colaborativa de dos piezas claves: el Hipocampo retiene la información sensorial de los sentidos relativa a eventos personales como memoria episódica icónica (visual), ecoica (auditiva), olfativa (olfato), táctil (háptica), gustativa (gusto). La amígdala, integra a la memoria episódica la valoración emocional, permitiendo asociar eventos personales con su carga emocional. A su vez, amplifica los recuerdos asociados a emociones fuertes, lo que contribuye a que estos sean más persistentes en el tiempo.

Resumiendo, el hipocampo registra los hechos puros y la Amígdala registra el clima emocional que acompaña a estos hechos. Pero, hay algo más que ha descubierto la Neurociencia. Es el papel privilegiado que desempeña la amígdala en la dinámica cerebral como una especie de centinela emocional capaz de secuestrar la racionalidad. Las investigaciones han demostrado que la primera estación cerebral por la que pasan las señales sensoriales procedentes de los ojos o de los oídos es el tálamo y, a partir de ahí y a través de una sola sinapsis, la amígdala tardando solo 125 milisegundos. Otra vía procedente del tálamo lleva la señal por un camino más largo hasta el neocórtex, el cerebro pensante, tardando 500 milisegundos (4 veces más lento).


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Esa ramificación permite que la amígdala comience a responder antes de que el neocórtex hay a ponderado la información a través de diferentes niveles de circuitos cerebrales, se aperciba plenamente de lo que ocurre y finalmente emita una respuesta más adaptada a la situación. Por lo tanto, existen vías nerviosas para los sentimientos que eluden el neocórtex. Este circuito explicaría el gran poder de las emociones para desbordar a la razón porque los sentimientos que siguen este camino directo a la amígdala son los más intensos, primitivos y rápidos.

Para entender mejor lo dicho, pongamos el siguiente ejemplo: Alguien conduce su auto en una ruta de dos carriles y queriendo adelantar a un camión, estima mal las distancias y tiene una colisión frontal que de milagro no terminó con su vida y la de su familia que iba con él, el hipocampo registra los detalles concretos del accidente, qué anchura tenía la calzada, quién se hallaba con nosotros y qué aspecto tenía el otro vehículo. Pero es la amígdala la que, a partir de ese momento, desencadenará en nosotros desde un impulso de ansiedad cada vez que nos dispongamos a adelantar en circunstancias similares hasta el otro extremo de llegar a sufrir de amaxofobia que es el miedo o fobia a conducir

El estímulo que ingresa por los sentidos llega al Tálamo y de allí tarda 500 ms, en llegar a la corteza cerebral del hemisferio izquierdo (lóbulo prefrontal) donde se razona, es decir, se analiza lógicamente.


Ahora bien, existen dos modos de “razonar”:


La primera forma es un pseudo razonar utilizando el “interprete” que tenemos en el hemisferio izquierdo. Este interprete es un grupo de redes neuronales especializado en dotar de sentido y coherencia a las conductas inconscientes y automáticas del sistema instintivo emocional. Es capaz de justificar cualquier tipo de conducta, incluso a costa de inventar parte de la historia. La existencia del “intérprete” demuestra la necesidad que tenemos de convencernos y de convencer a los demás de la coherencia de nuestros actos impulsivos, automáticos e inconscientes. Se trata de una herramienta humana muy potente, que nos hace estar seguros de lo que decimos, pensamos y hacemos. Si no conocemos esta capacidad del lóbulo prefrontal izquierdo, creeremos que siempre actuamos correctamente, y que siempre tenemos razón, sin margen de duda y sin posibilidad de cambio. Resumidamente, decimos que tenemos que estar atentos porque podemos estar justificando con buenas razones nuestras conductas impulsivas irracionales, es decir podemos estar engañándonos creyendo que somos personas muy correctas y mesuradas en nuestra forma de actuar, siendo que solo estamos actuando desde el sistema instintivo-emocional, y no desde el conjunto integrado de los tres cerebros humanos.


La segunda forma de razonar, es la del "analista sosegado" que es la más humana es aquella en la que los lóbulos prefrontales realizan una evaluación reflexiva y ponderada de todos los datos, frenando o moderando los impulsos emocionales automáticos perjudiciales procedentes del sistema instintivo emocional, integrando el razonamiento con la emoción, dando lugar a respuestas conscientes más humanas. Esta capacidad de los lóbulos prefrontales de modelar las respuestas instintivo emocionales se denomina inteligencia emocional.


Llegar a construirnos verdaderamente como seres humanos pasa por integrar y permitirse ser completos. Es lograr la madures humana de ni ser emotivamente impulsivos que nos lleva actuar irracionalmente, ni fríamente racionales que nos hace inconmovibles ante los eventos de la vida real que exigen una respuesta rápida y comprometida de nuestra parte.

Lo humano es integrar lo racional y lo emotivo en nuestro modo de ser y actuar.



Lic. Psic. Walter Torresi Lombardo, CJPPU 213618, Uruguay


Fuente: Inés Merino Villenueve - Una nueva vacuna: la vacuna del autoconocimiento. Bases neurobiológicas de la conducta humana. El juego entre el cerebro instintivo-emocional y el cerebro racional.


 

 
 
 

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