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El estrés acumulado es un tóxico dañino

  • 17 abr
  • 2 Min. de lectura

El estrés no es ni bueno ni malo. Es la respuesta espontánea de nuestro organismo ante un cambio o desafío que tiende a sacarnos de nuestra zona de confort.



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La respuesta de estrés es automática y tiene su fuente en el sistema nervioso autónomo (simpático) a nivel fisiológico, conductual y psico emocional. Se dispara para afrontar o sortear las situaciones nuevas, adversas o percibidas como amenazantes, que se presentan en la vida. El cuerpo reacciona liberando adrenalina, dopamina y cortisol. Estas hormonas motivan a actuar y ser creativo; hacen que el cerebro esté más alerta, pueda pensar con más claridad, mayor concentración; aumentan la frecuencia cardíaca y la presión arterial, los niveles de glucosa en la sangre; los músculos se tensionan; todo el organismo se activa para tratar de adaptarse a la nueva situación o esquivarla.

Ahora bien, puede ocurrir que un individuo se vea enfrentado diariamente a situaciones que requieren readaptación. En la niñez se pueden generar situaciones estresantes. Ejemplo: niños que periódicamente cambian de colegio y de amistades por mudanzas de su familia; niños cuyos padres se divorcian o pelean por su tenencia.

En la adultez media, la acumulación de múltiples responsabilidades como trabajo, crianza y planificación, puede mantener a la persona en una situación de estrés cotidiano

En estos y mucho otros casos, el estrés se prolonga en el tiempo o se acumula sin canales de procesamiento adecuados, se lo normaliza o invisibiliza. En estos casos el cuerpo acumula en exceso la hormona cortisol generando problemas a todo nivel:

  • Problemas emocionales: aumento de ansiedad, irritabilidad, exaltación, angustia, tristeza, depresión, trastorno de ansiedad;

  • Problemas conductuales: conflictos con otras personas, disminución de la productividad y el rendimiento;

  • Problemas cognitivos: preocupación constante, problemas de memoria, incapacidad para concentrarse, mal juicio, ver solo lo negativo, pensamientos apresurados, preocupación constante.

  • Problemas físicos: malestar digestivo, defensas bajas, osteoporosis, fatiga crónica, aumento de peso¸ presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, atrofia muscular de extremidades, hipertensión arterial, cólicos nefríticos, insuficiencia suprarrenal crónica y fragilidad capilar que produce hematomas frecuentes.


¿Qué hacer para que el estrés no se acumule?

  • Hacer ejercicio regularmente para aliviar la tensión muscular.

  • Dormir lo suficiente.

  • Llevar una dieta saludable y equilibrada.

  • Practicar ejercicios de respiración para activar la respuesta de relajación.

  • Interrumpir el pensamiento intrusivo recurrente que estresa introduciendo otro.

  • Priorizar tareas y gestionar el tiempo. No abarcar tanto.

  • Practica maneras de aliviar el estrés en los momentos en los que no estás estresado.

  • Practicar relajación como la meditación consciente.

  • Mantener relaciones sociales saludables.


No quiero finalizar, sin remarcar que reducir el estrés no depende de tener buenas ideas y buenos deseos, pues su fuente y mantenimiento, no está en el sistema nervioso central que comanda el cuerpo con inteligencia y voluntad. No sirve de mucho decirse: "debo tomarme esta situación con calma", "no es para tanto, yo puedo con esto". Pues, como dijimos el estrés depende del sistema .nervioso involuntario (autónomo). Por eso, los recursos para bajar el estrés `planteados arriba proponer actuar indirectamente sobre éste, yendo inteligente y voluntariamente en la misma línea pero en sentido contrario al sistema nervioso involuntario (autónomo) que lo genera y conserva.


Lic. Psic. Walter Torresi Lombardo

 
 
 

1 comentario


Miembro desconocido
29 abr

Excelente, claro, útil y completo. Gracias!

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