8M: Día de “la mujer” ó de “cada mujer”
- 8 mar 2024
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En este día 8 de Marzo que se conmemora internacionalmente el día de la Mujer es importante desde la Psicología reflexionar respecto al significado “mujer”, en el sentido de si implica un destino marcado o un horizonte por descubrir, si al mirar una niña recién nacida sentimos el mismo asombro expectante que al contemplar a un varoncito e interrogarnos ¿Qué será este niño cuando sea grande?

Nuestro planteo tiene su razón de ser, pues la idea ligada al término “mujer” se ha relacionado históricamente con diversos significados emparentados con la función biológica maternal, de cuidado y crianza de la prole, y transmutada a una conducta socio-cultural esperable de ella, es decir destinada a un rol pasivo, secundario, auxiliar del rol activo, público relacional-comercial del varón, y por lo mismo, marginada a un espacio reducido de influencia social que transcurre en el ámbito relacional privado, doméstico, hogareño o local-barrial.
Los estudios sociales recientes explican que la sociedad fue por muchísimo tiempo entendida como una estructura fija compuesta de posiciones de poder o lugares diferenciados que ocupan los individuos según su edad, sexo, raza, cultura, cargo o rol social. Los individuos interaccionan de acuerdo a la posición que ocupan y a la función que cumplen. Por ejemplo, una mujer en relación con su hijo ocupa la posición de madre, mientras que tal mujer en relación con su madre ocupa la posición subalterna de hija. En este ejemplo una mujer es hija o madre según la interacción entre posiciones de poder que se esté dando. Los diferentes roles que desempeña esa mujer responden a la conducta socio-cultural que se espera de ella. Tanto las posiciones que ocupan los/as integrantes del grupo familiar o social como el surgimiento de nuevas posiciones no son resultado de la voluntad electiva individual sino de los condicionamientos socio-culturales establecidos por los relatos sociales dominantes de los grupos de poder de una sociedad. Ahora bien, cada posición de la estructura tiene que ser reconocida y asumida por los/as integrantes del grupo social. Este reconocimiento y asimilación ocurre a temprana edad en las personas mediante el proceso de socialización. En dicho proceso estas conductas “esperables” son internalizadas permitiendo la sujetación del individuo a la estructura social. Conductas que como dijimos, no son producto de decisiones individuales o autónomas, sino que responden a las normas y expectativas asociadas a ese lugar que se viene a ocupar.
El rol de cada individuo, al referirse a las conductas esperadas, supone que existe un consenso social que permite que ellas se reconozcan, reproduzcan y perpetúen. Ahora bien, más que “consenso” social, lo que realmente se da es una solapada imposición de dictámenes de lo que es conductualmente “normal”, “natural”, “esperable” por parte de grupos sociales de poder en perjuicio de las libertades de expresión y realización de los grupos sociales subalternos en cuanto al poder de decisión sobre sí mismos y lo que quieren ser. Tenemos como ejemplo de grupos sociales dominantes: los varones sobre las mujeres que se diferencian en lo que respecta a salarios, tipos de labores, en lo que concierne a funciones directivas, dirigenciales en las empresas y en los grupos sociales; también los adultos sobre los “infantes” (etimológicamente “sin voz” en la familia y la sociedad) pues por mucho tiempo no se tuvo en cuenta los derechos propios de los niños, niñas y adolescentes.
Con lo hasta ahora señalado, pareciera que el individuo tiene condicionada su identidad por su sexualidad biológica y/o por el mandato cultural externo. Pero, la identidad personal es un proceso de construcción más complejo, y es lo que pasamos a explicar a continuación.
Sigmund Freud entendía que la categoría hombre como la de mujer no son productos de la mera docilidad a la anatomía biológica y a la convención social dominante externa. Para el Fundador del Psicoanálisis la masculinidad como la feminidad es el resultado de un proceso de complejas identificaciones internas que exceden a lo biológico y se dan en los primeros estadios de la vida. Lejos de concebir la sexuación como un proceso autónomo o un producto singular de la maduración neurológica, Freud lanza el complejo de Edipo como una estructura que permite dar cuenta de la constitución subjetiva. El infante -a través del Complejo de Edipo- se conceptualiza a través de un entramado de identificaciones que tiene por lo general el posicionamiento del sujeto en una identidad personal de hombre o mujer. Tales identificaciones son posibles mediante el establecimiento de la diferencia sexual dada a la discriminación de las figuras del padre y la madre y la posterior instauración de la prohibición del incesto.La psicoanalista lacaniana Silvia Tubert comentando el Edipo freudiano hace una aclaración importante sobre la significación del padre y la madre en los efectos de sexuación. Para la misma autora lo que posibilita tales efectos, es decir la identificación e interiorización de los ideales culturales relativos a la masculinidad y la feminidad, es la función que cumplen y no los personajes que lo encarnan. Es decir, lo prioritario no son directamente los personajes reales ni los roles sociales que desempeñan, sino la función simbólica que cumplen al vehiculizar modelos de masculinidad y de feminidad que el sujeto va internalizando a lo largo de su desarrollo psicosexual que culmina en una identidad personal que puede o no corresponder en cuanto a la propia autopercepción, orientación y/o conducta sexual con lo esperable para un individuo biológicamente varón o mujer según la cultura heterosexual dominante.
En este día 8M nuestro interés por estudiar lo que significa cada mujer en particular nos permite cuestionar al significado “mujer” y aproximarnos a otras propuestas como la freudiana para dar cuenta de la constitución de los sujetos sexuados diferentes. Por lo tanto, desde la Psicología cuestionamos cómo la certidumbre del signo mujer perpetúa la maternidad como destino y no como elección, el control del orden social por lo varones a través de la reproducción de la matriz heterosexual, la patologización de otras sexualidades (lesbianas, gays, trans, etc.) y la clasificación de las conductas propias para cada anatomía.
Este día, la pregunta por cada mujer nos lleva a cuestionar el carácter universalista y determinante coercitivo de la categoría “mujer” y reivindicar la lucha por la defensa de lo que cada mujer particular tiene para decir y ofrecer a los demás y a la sociedad desde su propia identidad personal.
Fuente: Artículo “De la mujer a una mujer” de Luisa Collazo





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